Cuando el cuerpo dice lo que tu mente calla

El artículo que a continuación compartimos, fue publicado en el portal español Diván Psicólogos. La autora, Jennifer Delgado, en  este breve y conciso ensayo,  habla sobre el papel que juegan las emociones en el desarrollo de las enfermedades. Interesante reflexión que nos lleva a una mirada instrospectiva sobre la repercusión del manejo adecuado o inadecuado de nuestras emociones.

«Cefaleas recurrentes, problemas en la piel, sensación constante de fatiga, dolores musculares, perdida de cabello,  o incluso desvanecimientos, son algunos de los problemas más comunes que llevan a las personas a consultar a un médico en busca de una respuesta.

Desgraciadamente, en muchos casos después de numerosos exámenes, la persona se encuentra en el mismo punto de partida. De hecho, los síntomas a los que no se les puede encontrar una explicación son muy comunes. Un estudio realizado en la Universidad de Indiana y publicado en la International Journal of Methods in Psychiatric Research estima que al menos a un tercio de los síntomas que presentan los pacientes que acuden a las consultas de atención primaria no se les puede encontrar una causa específica.

depression

Sin embargo, la respuesta podría estar dentro de ti, aunque no lo sepas. Cuando el cuerpo se convierte en un diapasón que vibra al compás de nuestros estados emocionales, pueden aparecer síntomas psicosomáticos. De hecho, es probable que hayas notado que cuando estás sometido a un gran estrés también sufres más cuadros de cefaleas, tienes más problemas gastrointestinales o incluso te resfrías con mayor frecuencia. En estos casos los medicamentos solo ofrecen un alivio momentáneo ya que los síntomas vuelven una y otra vez.

La somatización del displacer

En los últimos años hemos desarrollado una mayor conciencia sobre la importancia de cuidar nuestro cuerpo. Cada vez más personas comen sano y practican actividad física, pero se olvidan de desintoxicar su mente. De hecho, muchos de los problemas que sufrimos pueden proceder precisamente de esos estados emocionales tóxicos que experimentamos cada día.

El proceso que se esconde en la base de muchos de los síntomas psicosomáticos se denomina somatización. Básicamente, es la expresión de un malestar psicológico a través de signos físicos, debido a que la persona no encuentra otra manera para liberar esa tensión emocional. Este tipo de problemas es común en aquellas personas que han crecido en familias o ambientes muy represivos desde el punto de vista emocional y que no han aprendido a darle un cauce asertivo a sus sentimientos.

No obstante, la somatización es un proceso complejo, los neurocientíficos aún están intentando comprender qué sucede en el cerebro de las personas que padecen este tipo de síntomas. De hecho, usando imágenes por resonancia magnética han podido apreciar que en el cerebro de estas personas se mantienen activas zonas diferentes, en comparación con las personas sanas o aquellas que fingen la enfermedad. Sin embargo, aún queda mucho camino por andar antes de llegar a respuestas definitivas.

¿Cómo actúan las emociones en el cuerpo?

La mente y el cuerpo están interconectados. Cada vez que piensas algo, es probable que esa idea despierte una emoción, que normalmente es de valencia positiva o negativa, casi nunca neutra. Y mientras más te identifiques con tus pensamientos, juicios e interpretaciones, mayor será su carga emocional. Por eso, cada pensamiento irá ‘cargado’ con una pequeña dosis de neuropéptidos, unos mensajeros químicos que generan diferentes respuestas a nivel fisiológico.

Un ejemplo de neuropéptidos son las endorfinas, que se liberan cuando nos sentimos muy bien. También se encuentra la oxitocina, que se libera como respuesta al amor, la adrenalina, que se produce fundamentalmente como respuesta ante el miedo y la serotonina, que se produce cuando estamos felices.

Un simple pensamiento vinculado a una emoción puede bastar para que se liberen esas pequeñas moléculas. Obviamente, mientras más se mantenga un estado emocional específico a lo largo del tiempo, más neuropéptidos de cierto tipo se liberarán, los cuales terminarán afectando el equilibrio del organismo y, a la larga, pueden provocar problemas de salud.

De hecho, cuando nos estresamos los neuropéptidos activan el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal y estimulan la liberación de cortisol, una de las hormonas más estudiadas y también más dañinas para nuestro organismo ya que su producción mantenida a largo plazo produce un efecto tóxico sobre algunas áreas del cerebro. Una investigación realizada en la Universidad de Yale y publicada en la revista Biological Psychiatry desveló que las personas sometidas a un gran estrés tienen menos tejido en las zonas cerebrales vinculadas con la regulación emocional y el autocontrol. Este daño puede sumirlas en un peligroso círculo vicioso ya que les impide aplicar estrategias eficaces para gestionar el estrés, aumentando aún más el nivel de ansiedad.

Por otra parte, un estudio llevado a cabo en el University College de Londres y publicado en la revista The Lancet analizó los datos de unas 200.000 personas y descubrió que quienes estaban sometidas a un gran estrés laboral tenían un 23% más de probabilidades de sufrir un ataque al corazón. Esto se debe a que el estrés crónico hace que el corazón bombee la sangre demasiado rápido durante mucho tiempo, provocando además una contracción de los vasos sanguíneos y aumentando la presión arterial.

Por supuesto, los aspectos emocionales no son la única causa de las enfermedades, pero pueden desencadenarlas o agravarlas, sobre todo cuando ya existe una predisposición de base, ya sea genética o ambiental. Algunas de las enfermedades psicosomáticas más comunes son la úlcera péptica (cuando no es debida a la bacteria llamada Helicobacter pylori (H. pylori) , el síndrome del intestino irritable y el dolor de espalda pero en sentido general las emociones, los pensamientos, las creencias disfuncionales y las actitudes inadecuadas pueden convertirse en una especie de alimento para todo tipo de enfermedades.

Las señales del cuerpo como recurso para conocerte mejor

Los síntomas psicosomáticos no se resuelven con una simple medicina, es necesario encontrar la raíz psicológica del problema, la emoción que está causando ese daño y que puede provenir de un deseo reprimido, una creencia desadaptativa o un pensamiento negativo recurrente.

Afortunadamente, puedes utilizar tu cuerpo como un recurso para conocerte mejor. Un buen punto de partida consiste en comenzar a ver el cuerpo como un aliado. De hecho, es importante que seas consciente de que a veces tu organismo te alerta de estados que tu mente no quiere aceptar.

La conciencia del cuerpo implica la percepción de las sensaciones que se originan como resultado de ciertos pensamientos y emociones. En este sentido, un estudio realizado en la Universidad de Aalto y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences desveló un mapa corporal de las emociones en el que se aprecia que las emociones positivas como el amor, la felicidad y el orgullo generan sensaciones que se extendían por todo el cuerpo, como si te inundasen. Al contrario, las emociones negativas como el desprecio, la ansiedad y la vergüenza se concentran en la parte superior del cuerpo, precisamente donde se hallan los órganos vitales implicados en las reacciones somáticas que activan esos estados emocionales.

Una vez que eres consciente de esos estados, es importante no reaccionar de manera exagerada y comprender que las emociones y las sensaciones que estás experimentando no son peligrosas sino tan solo una señal de que algo no funciona bien. Por ejemplo, el enojo y la ira son emociones que normalmente se catalogan como negativas pero en realidad tienen una función de autoprotección, para evitar que algo o alguien te dañe o traspase tus límites.

Cuando comprendes que las emociones son tus aliadas, solo debes aprender a regular tus reacciones. La estrategia más sencilla para calmarse, según un estudio realizado en el HeartMath Institute y publicado en la American Journal of Cardiology, consiste en evocar una emoción positiva, la cual permite recobrar la coherencia cardíaca. Una vez que se estabilizan los latidos del corazón, estos le envían una señal al cerebro emocional indicándole que todo está bien, por lo que el sistema nervioso autónomo recupera su equilibrio.

Una vez que hayas recuperado la calma, puedes pensar de dónde proviene esa emoción y qué esconde en su base. Siempre debes tener en cuenta que las emociones son un reflejo de tu mundo interior y actúan como un centinela que te indica a qué debes prestarle más atención.

© Colaboración de Jennifer Delgado para www.divanpsicologos.com

Imagen: pixabay.com (Public Domain)

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