Publicación original en bbc.com
Autor: Claudia Hammond
En 1986, el profesor de psicología, James Pennebaker, hizo un descubrimiento extraordinario. Algo que inspiraría a una generación de investigadores a realizar cientos de estudios.
Pennebaker pidió a un grupo de estudiantes que pasaran 15 minutos escribiendo sobre los principales traumas en sus vidas o, si no habían sufrido alguno, sobre sus momentos más difíciles.
Les dijo que no se cohibieran y que colocaran sus pensamientos más profundos, incluyendo aquellos que jamás habían compartido.
Durante cuatro sesiones realizó el mismo ejercicio.
No fue una experiencia fácil. Uno de cada 20 estudiantes terminaba llorando. Pero cuando les preguntó si querían detenerse, ninguno lo hizo.
En paralelo, Pennebaker realizó el mismo experimento con un grupo control y les pidió que escribieran sobre temas neutros, como un árbol o sus dormitorios.
Luego esperó durante seis meses, registrando cuántas veces iban sus estudiantes al centro médico.
El día que completó el análisis de estos resultados, salió del laboratorio y caminó hasta el auto donde lo esperaba un amigo, y le dijo que había descubierto algo grande.
Letras sanadoras
Para asombro de Pennebaker, los estudiantes que habían escrito sobre sus secretos más profundos, habían visitado con menos frecuencia el centro de salud, en comparación con los otros. La diferencia era impresionante.
Desde entonces, en el campo de la psiconeuroinmunología ha explorado los vínculos entre lo que se conoce como escritura expresiva y el funcionamiento del sistema inmunológico.
Investigadores han evaluado el efecto de esta escritura en todo tipo de condiciones físicas, desde asma y artritis, hasta cáncer y migrañas.
Por ejemplo, en un reducido experimento realizado en Kansas (Estados Unidos), se descubrió que, meses después que mujeres con cáncer de seno realizaran ejercicios de escritura expresiva, experimentaron menos síntomas problemáticos y necesitaron menos citas médicas.
El objetivo del estudio no era evaluar la evolución del paciente en el largo plazo, y sus autores no sugieren que el cáncer puede ser atacado de esta manera.
Sin embargo, algunos aspectos de la enfermedad en estas mujeres mejoraron en el corto plazo, en comparaciones con aquellas que no realizaron escritura expresiva.
Pese a estos resultados, la escritura expresiva no es infalible.
Un análisis realizado por Joanne Fratarolli, de la Universidad de California Riverside, mostró un balance general poco significativo.
En todo caso, siendo una intervención que es gratuita y beneficiosa, bien vale la pena.
Curación heridas
Y aunque algunas investigaciones han obtenido resultados desalentadores, hay áreas donde los hallazgos son consistentes, en especial en la curación de las heridas.
En estos experimentos, los corajudos voluntarios realizan algo de escritura expresiva.
Unos días después, les aplican una anestesia local y les extraen una muestra de piel de la parte interna de un brazo.
La herida es de unos 4 milímetros y usualmente se cura en un par de semanas.
El proceso de regeneración es supervisado una y otra vez, y se ha detectado que tarda menos cuando las personas han realizado escritura expresiva.
Cómo funciona
¿Cómo se produce el efecto sanador de la escritura en el cuerpo humano?
Al principio se pensaba que se debía a la catarsis que se producía cuando se comparte los pensamientos más profundos.
No obstante, Pennebaker comenzó a mirar con detenimiento el lenguaje que las personas utilizaban al escribir.
Detectó que había cierto tipo de palabras que los individuos iban cambiando a medida que se realizaban las cuatro sesiones del experimento.
Las frases que aceleraban la curación de las heridas incluían el pronombre «yo», aunque luego las más utilizadas eran «él» o «ella», lo que sugería que la persona veía su situación desde otra perspectiva.
Otra palabra común era «porque», dando a entender que el individuo trataba de explicar el evento y colocarlo en un contexto.
De esta forma, Pennebaker cree que, de alguna forma, el simple hecho de etiquetar tus sentimientos y colocarlos en una historia se genera un efecto positivo en el sistema inmunológico.
Otras implicaciones
Los experimentos también han demostrado curiosos hallazgos, que dan fe de que hay algo más en este proceso de curación.
Si con solo imaginar un hecho traumático, y escribir una historia sobre él, puedes acelerar la sanación de las heridas, quizás la clave se encuentre en regular tus propias emocionesy no tanto en resolver problemas del pasado.
Luego del primer día de escritura expresiva muchas personas dicen que volver a ese pasado les ha hecho sentirse peor. ¿Es posible que el estrés haga que las personas liberen hormonas como cortisol, las cuales ayudan al sistema inmunológico? ¿O será que la mejoría en el estado de ánimo después de varios días de estar escribiendo produce los beneficios?
Hasta ahora nadie sabe.
Aun sin prescripción
Cualquiera que sea el mecanismo, y a pesar de décadas de investigación que demuestran su éxito, este tipo de tratamientos no han sido utilizados en la medicina.
Es posible imaginar que una persona que acuerde con su médico una operación quirúrgica reciba entre sus instrucciones médicas realizar ejercicios de escritura expresiva. No obstante, muy pocos estudios han incluido pacientes sometidos a operaciones quirúrgicas.
Adicionalmente, se sabe que funciona mejor en unas personas que en otras.