¿Qué pasa cuando vamos a vivir a otro país?

¿Cuáles son las implicaciones que supone para una persona abandonar su país de origen o residencia habitual para emprender un nuevo camino?

Este acontecimiento puede generar muchos beneficios, pero también implica una serie de pérdidas psicológicas y sociales que conllevan un proceso de duelo que puede ser diferente dependiendo de las circunstancias.

Aparte de la sensación de pérdida y duelo, es habitual que aparezca una respuesta de estrés crónico al establecerse en un nuevo lugar. Los principales estresores a los que se suelen enfrentar las personas que emigran son:

 

 

  • La soledad: esta sensación puede aumentar si no disponen de cierto apoyo social o adecuadas habilidades sociales para desarrollar una red de conocidos que les ayuden a integrarse desde un primer momento.  Para muchos, la sensación de sentirse solo se hace más intensa por la noche, pudiendo generar problemas para conciliar el sueño.
  • Fracaso del duelo migratorio: la lucha por objetivos en condiciones difíciles puede causar un gran agotamiento psicológico y físico, generando frustración y un intenso sentimiento de fracaso personal. Cuando ocurre, se experimentan cambios emocionales extremos.
  • El miedo: las condiciones en las que se hace el viaje, la posibilidad de tener problemas en el aeropuerto o la incertidumbre sobre la nueva situación o  futuro de uno, puede generar ansiedad. Por ejemplo: hay personas con miedo a las consecuencias de no poder devolver el dinero que les prestaron para el boleto de avión u otros gastos. También, es habitual que exista mayor temor a perder el trabajo o las becas que mantienen los ingresos, al sentirse  desamparado o con menos apoyos sociales que antes del cambio de residencia, puede aparecer cierto miedo a las consecuencias de tener que regresar por problemas antes de lo esperado, y romper con las expectativas propias y ajenas (de familiares o amigos).
  • Lucha por la supervivencia: muchas personas se encuentran con  problemas para alimentarse adecuadamente. Les puede resultar difícil continuar la dieta que llevaban en su país, por el tipo de alimentos que requieren o el ajuste a un nivel adquisitivo menor, dificultando que reproduzcan los hábitos alimenticios e su lugar de origen. Otros aspectos como la  vivienda puede ser problemáticos, tanto los prejuicios de los autóctonos, como por la falta de regularización o dependencia de otras personas, el posible hacinamiento (cuando no se respeta el espacio vital hablamos de un factor directo de estrés y ansiedad) o malas condiciones en las viviendas que llegan a usarse (mal situadas, viejas, faltan ventanas, averías en los electrodomésticos…).

Aspectos importantes para comenzar la adaptación al nuevo lugar de residencia

Cambiar de país, requiere una enorme capacidad de adaptación y estar preparado para salir de “la zona de confort”. Es necesario darse tiempo para ajustarse al nuevo plan de vida y rutinas diarias, pero esto  no es suficiente. Para llegar a sentirse como en casa, conviene aprender a gestionar los momentos malos y aprovechar las nuevas oportunidades y experiencias.  Veamos algunas consideraciones que pueden tomarse en cuenta para intentar hacer la experiencia menos difícil:

  1. Tener en cuenta que el malestar es temporal: asumir que con toda seguridad te enfrentarás a numerosos cambios al principio, algunos de los cuales te pueden generar estrés, incomodidad o tensiones. Persistir y enfrentarte a estos cambios te permitirá a la larga sentirte mejor contigo mismo y dirigir el rumbo de tu vida hacia dónde quieres.
  2. Atender  y expresar las emociones: cuando estés experimentando muchos cambios a la vez es importante pararse y reflexionar sobre las emociones: ¿cómo me siento? ¿triste? ¿tensionado? ¿nervioso? Recuerda que las emociones son movimiento y permitir este movimiento te ayuda a gestionarlas, especialmente cuando son desagradables. Busca qué puedes hacer para regular estos estados emocionales de la mejor manera. Por ejemplo: expresándolas solo o en compañía (hablando con alguien de confianza, llorando, cantando, bailando,  escribiendo…).
  3. Apoyarse en los demás: relacionarte con otras personas, especialmente en momentos difíciles, puede ayudarte, recibir cierto consuelo o relativizar los problemas. Estar con otros también te ayuda a salir del propio malestar, por lo que tener conversaciones informales o realizar actividades que te gusten con más gente, te ayudará sin duda a mejorar tu estado de ánimo.
  4. Buscar contacto con personas que vivan una situación parecida: comprobarás que lo que te sucede es común, te ayudará a normalizar las emociones que estás teniendo y el duelo. Podrás fijarte en cómo ellos han resuelto algunos de los problemas que puedes estar teniendo ahora.
  5. Identificar fortalezas y practicar lo que ha ayudado en otros momentos:  usa estrategias que en otros momentos te han sido útiles para sobrellevar momentos complicados. Por ejemplo, si tomar un vaso de leche caliente te relajaba al acabar un día complicado o si cantar alto y fuerte o hacer ejercicio te liberaba de la tensión acumulada, hazlo. Cualquier cosa es válida si te ayuda. También reconoce las cosas que te perjudican y, en lo posible, aléjate de ellas. Por ejemplo, si en momentos difíciles sueles aislarte durante días, beber alcohol, gastar dinero compulsivamente, etc. Actúa de otra manera esta vez.
  6. Intentar aprender del entorno y emplear lo que sabes hacer:  en muchas ocasiones, nos ayudará mantener una continuidad entre nuestra experiencia anterior y la nueva, para evitar una ruptura o cambio total. Nos referimos a cosas como dedicarte a actividades o trabajos acordes con tus capacidades y conocimientos, aprender  la lengua predominante del lugar de residencia actual, para de esta forma posibilitarte tener relaciones satisfactorias con la gente en los distintos contextos de relación cotidiana y aumentar la sensación de pertenencia en el nuevo ambiente.

Fuente: divanpsicologos.com

Imagen: Joven emigrante | Foto: UGT

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